En la bitácora política veracruzana, en los próximos días podría surgir el siguiente escándalo que vendría a exhibir –nuevamente- la mala administración de los recursos públicos del gobierno de Fidel Herrera Beltrán, como lo es la repartición y venta de concesiones del servicio de taxis en toda la entidad.
Primero fueron los alcaldes que desviaron recursos millonarios y que en la presente administración fueron descubiertos y encarcelados algunos de ellos.
Posteriormente, el anuncio de que se estaba investigando a 156 empresas constructoras que –naturalmente con la complicidad de funcionarios- habrían cobrado cantidades millonarias sin cumplir con las obras para las que fueron contratados.
Todo parece indicar que toca el turno ahora al negocio multimillonario de las placas de taxi, en el que lógicamente tendrían que estar involucrados como protagonistas principales funcionarios y autoridades de Tránsito del Estado.
Organizaciones de taxistas en Xalapa y Veracruz puerto, han empezado a exigir que les cumplan con la entrega de cientos de concesiones de taxis que ya fueron pagadas, pero que no han sido entregadas.
Durante muchos sexenios, era sabido que una de las formas de premiar a periodistas y líderes sindicales, por parte del gobierno del estado en turno, era la repartición de las famosas concesiones de taxis, porque representaban un buen ingreso para los dueños que recibían una renta fija y para los que las trabajaban.
Pero hoy las condiciones han cambiado, luego de que en los últimos meses de la pasada administración estatal que encabezó Fidel Herrera Beltrán, en un afán por obtener ingresos extraordinarios, se abrió la convocatoria para todo aquel que pudiera pagar por una o varias concesiones, lo que provocó una saturación del servicio con los miles de vehículos que ahora circulan por todas las ciudades del estado, con una competencia mayor, en condiciones ya nada favorables para la economía familiar.
Es un hecho indiscutible que se exageró en la repartición de placas de taxis, lo que equivalió a matar la gallina de los huevos de oro, pero ahora las organizaciones de taxistas están reclamando que les cumplan con la entrega de más concesiones que ya fueron pagadas y que de ser puestas en circulación, vendrán a dificultar aún más lo que en su momento fue un negocio redituable para todos.
Está pues en puerta, el escándalo que sigue, en la larga historia de triquiñuelas y negocios turbios, que la administración estatal actual, le corresponde tapar o destapar.
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