Por Miguel Ángel Cristiani Glez.
El asesinato del periodista
Ricardo Monlui Cabrera no puede quedar impune –como desgraciadamente ha venido
ocurriendo hasta la fecha con tantos otros redactores de distintos medios de
comunicación- sino que los actores materiales e intelectuales deben de ser
identificados y recibir el castigo que merecen.
Existen varios motivos por lo que no se puede permitir que
el crimen de Ricardo Monlui quede sin castigo.
Porque de no hacerlo, se estaría enviando el mensaje de que
continuará campeando en la entidad el uso de la violencia sin sancionar a los
responsables.
Porque si bien es cierto que en las pasadas administraciones
se dio el asesinato de numerosos comunicadores, las actuales autoridades no
pueden permitir que la impunidad siga siendo la bandera de los delincuentes.
Tristemente, el Estado de Veracruz ha sido calificado como
el lugar más peligroso del planeta para ejercer el periodismo.
El asesinato de Ricardo Monlui viene a robustecer esa fama
pública.
De muy poco sirve que el gobernador actual Miguel Ángel
Yunes Linares acuda personalmente a dar el pésame a la esposa y a los hijos de
Ricardo, si no se aplica toda la inteligencia y recursos para dar con los
culpables.
De nada sirve que en las redes sociales, los compañeros y
amigos de Ricardo Monlui reprueben el acto y envíen su condolencia y su
solidaridad con la familia.
Como también de muy poco han servido los pronunciamientos
que a nivel nacional e internacional se han hecho, cada vez que un periodista
veracruzano es asesinado.
De igual manera, los desplegados o pronunciamientos de la
Comisión Estatal para la Atención y Defensa de los Periodistas sirven de algo.
Todo eso son palabras de consuelo que se las lleva el tiempo
y se desvanecen a medida en que transcurren los días y no se detiene a los
culpables.
Lo único que tiene objeto efectivo es el hecho de que
quienes se atreven a atentar contra un periodista y en consecuencia contra la
libertad de expresión en la entidad, sean identificados, detenidos y castigados
de manera ejemplar.
De otra manera, como ya ocurrió en los primeros meses de la
actual administración estatal, los asesinatos de periodistas continuarán y la
bandera de la impunidad continuará ondeando.
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