Por Miguel Angel Cristiani G.
Ahora que el tema principal en la agenda política nacional e
internacional es el de la famosa construcción del muro de la ignominia,
anunciado y ordenado su construcción por el neo presidente de los Estados
Unidos Donald Trump, resulta interesante anotar que aquí en el Estado de
Veracruz también se dan actos de discriminación y racismo en el Congreso del
Estado, en donde está instalada en la puerta una aduana de vigilancia.
Pues resulta que en el Palacio Legislativo -también llamado
La Casa del Pueblo- ya van a cumplir tres meses desde que los nuevos diputados
y diputadas tomaron posesión y están sesionado, pero es la hora de que nadie se
ha tomado la molestia de ordenar que sea retirada la “aduana migratoria” que se
encuentra instalada justo en la puerta principal.
Como los diputados y diputadas tienen su entrada particular,
seguramente que no se han enterado que existe otra puerta principal, por donde
tiene que pasar toda persona que pretenda entrar al recinto legislativo, en
donde hay un sistema de aduana, con equipo de cómputo para registrar los datos
personales de quien entra, cual es el motivo de la visita, a quien se dirige a
ver, el asunto o tema a tratar, procedencia y ya nada más falta que lo
interroguen sobre su filiación o preferencia partidista.
Pero además, si no tiene su credencial de elector vigente
-que hace las veces de pasaporte o visa y que le es recogida- para poder cruzar
al interior, no pasa.
Una vez que ha sido debidamente interrogado y anotados todos
sus datos, entonces sí, puede pasar por una valla de seis policías, hombres y
mujeres, que le indican que se ponga su gafete de “visitante” para que no lo
vayan a confundir con algún terrorista.
Luego pasa por un arco detector de metales, que si hace
algún sonido extraño, un policía más, se le atraviesa y le pide que se abra de
brazos para pasarle por todo el cuerpo un escáner manual para detectar armas y
explosivos.
Por todo lo anterior, se forman largas filas a la entrada,
pero si usted va vestido de traje, como si fuera un ejecutivo legislativo, pasa
derechito, sin el menor trámite, pero si viste ropa humilde, entonces a la báscula.
Ya han pasado tres meses de la actual legislatura y es
tiempo de que se elimine esa aduana, que resulta a todas luces un agravio para
el pueblo veracruzano, que tiene que acudir a realizar algún trámite y que es
objeto de interrogatorios y vejaciones, que deberían de ser objeto de la
intervención, mínimo de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos.
En comparación con el Poder Ejecutivo, que lo primero que
hizo el gobernador al entrar al palacio de gobierno fue ordenar que se
retiraran todos los policías y guardias de seguridad que impedían el acceso a
los veracruzanos.
No es necesario un sistema de seguridad tan tortuoso y
sofisticado, además de que en esta política de austeridad, se podrían eliminar
fácilmente al menos 12 puestos de vigilantes, que deben de estar en dos turnos,
dejando simplemente el detector de metales ya instalado y que en caso de algún
problema, entonces si proceder a confesar y esculcar a quien sea necesario.
Ninguno de los cincuenta diputados y diputadas, mucho menos
los coordinadores de las fracciones parlamentarias, se han tomado la molestia
de darse una vueltecita por la puerta principal del Congreso, para enterarse de
la aberración que se presenta todos los días y que debería de ser eliminada por
la Junta de Coordinación Política.
Porque si los mexicanos estamos unidos en contra del muro de
Donald Trump en la frontera, los veracruzanos también deberíamos de empezar a
protestar por la operación ilegal de esa aduana migratoria en la puerta del
Congreso del Estado.
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