Por Miguel Angel
Cristiani Glez.
Posiblemente el
más contento después del presidente de la república Enrique Peña Nieto a San
Andrés Tuxtla, sea el gobernador del estado Javier Duarte de Ochoa y si me
permite le explico los porqués:
Primero porque
el acto de entrega de apoyos dentro de la cruzada nacional contra el hambre fue
todo un éxito.
Fue un éxito político.
Todo salió
también, que el mismísimo presidente de la república, rompió el protocolo y las
vallas metálicas para impedir que los asistentes se le acercaran y se metió
entre la multitud para darse un refrescante y caluroso baño de pueblo.
En el acto de
San Andrés Tuxtla, no solo se le aplaudió, sino que desde antes de que entrara
al campo de futbol, ya se escuchaban las porras y vivas al presidente Peña Nieto.
No tuvo más que
caminar unos cuantos metros entre la multitud, para dejarse querer, se fue por
un lado de la cancha y empezó a tomarse fotos y recibir abrazos de todos y
todas las que se lo solicitaban: ¡Peña ¡Peña! Tomate una selfie y el presidente
no solo posaba, sino que incluso tomaba el celular y él mismo accionaba la
cámara.
Ese ambiente de
fiesta fue el que hizo que el presidente Peña Nieto se sintiera feliz, contento
en Veracruz y es bien sabido, que cuando el primer mandatario está contento con
quien gobierna en la entidad, todo se facilita y fluyen los recursos que tanta
falta hacen.
Por eso en su discurso recordó lo que le dijo una
beneficiara del programa de lucha contra el hambre: “Ojalá y aquí se sienta
realmente muy a gusto y tenga una buena, cálida y acogida, y sea bien recibido
aquí, en la Región de Los Tuxtlas.
No fue albur, no sean así. –Bromeó el presidente-
Y a continuación señaló: Porque no se puede
gobernar un país, no se puede trazar líneas y políticas públicas que mejoren
las condiciones de un país, si no se siente a su gente. Si no se toca a su
gente. Si no se palpa a la gente, al pueblo que se gobierna. Si no se recibe de
ellos el saludo, el sudor, el abrazo fraterno, como el que me llevo el día de
hoy de aquí, de Veracruz.
Entonces, esa alegría fue compartida también por el
gobernador Javier Duarte de Ochoa, quien también fue salpicado por el baño de
pueblo y caminando unos metros por delante del presidente Peña, se tomaba la
foto y se dejaba apapachar por quienes aguardaban al ejecutivo.
Duarte de Ochoa no solo se tomó la foto, sino que
hasta mandó a llamar a uno de sus colaboradores, para encargarle que atendiera
una solicitud que le estaban haciendo.
Por eso el
gobernador de Veracruz se mostraba también feliz, porque no solamente es el
discurso político en el que se agradece al presidente de la república, es el
pueblo el que se manifestó y finalmente se logró el propósito político: hacer
que el mandatario se sienta querido en tierras veracruzanas.
Particularmente
en el municipio de San Andrés Tuxtla, por eso en su discurso el gobernador
reconoció públicamente al único alcalde que estuvo en el presídium: “Me es muy
grato saludar y agradecer la anfitrionía al ingeniero Manuel Rosendo Pelayo,
Presidente Municipal de San Andrés Tuxtla”.
Así las cosas,
las tres instancias de gobierno, federal, estatal y municipal trabajan en la
misma sintonía y todo mundo feliz y contento.
Dice el filósofo
de mi pueblo Pancho López:
¿Después de eso,
será que todavía hay algunos necios que insisten en no querer ver, que el que
manda y gobierna en Veracruz –aunque no les guste y parezca- será quien ponga a
su sucesor?
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