Por Miguel Angel Cristiani G.
Una historia navideña, para
despedir el año 2013, es la que me sucedió cuando acababa de sentarme en el
camión urbano, por la ventanilla vi
entonces a una mujer que estaba parada en el marco de la puerta de un negocio, repartía volantes a los transeúntes, seguramente del mismo negocio, pero lo que me llamó
la atención y es lo relevante, era el entusiasmo y alegría con que realizaba su
trabajo.
En cuanto alguien se acercaba
caminando por la banqueta – a todos sin excepción- les ofrecía además del papel
con la publicidad, una franca sonrisa.
Una y otra vez, igual para
todos.
La mayoría de las personas,
pasaba de largo, sin ni siquiera voltear la cara a mirarla, sin recibir el
pepel ni la sonrisa.
Pero ella pareciera que
estuviera iniciando su jornada, con gran entusiasmo, le ofrecía su volante a
todos los que pasaban.
Me llamó la atención, además
del entusiasmo y la dedicación con que hacía su trabajo, porque además se
notaba que lo estaba disfrutando.
Entonces pensé en tantas
personas que se encuentran con un empleo, sin importar cuál sea, pero que lo
realizan con ese mismo entusiasmo.
Aparentemente, la entrega de
volantes, es un trabajo sencillo y sin la mayor trascendencia, pero depende de
la forma en que lo realice, entonces es lo que habrá de marcar la diferencia.
Ahora que estamos próximos a
concluir un año más, muchos sin empleo, es tiempo también de reflexionar, sobre
la bendición de quienes cuentan con un trabajo –bien o mal remunerado- pero que
permite poder atender las necesidades de la familia.
Esperemos que el año entrante
2014 sea mejor –en la realidad y en los hechos- para todos los veracruzanos.
Mientras tanto, nosotros
también nos vamos a tomar unos días de descanso, para reanudar el año próximo
con renovados bríos.
¡Felicidades a todos!
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