Por miguel
Angel Cristiani G.
Hoy lunes
9 de diciembre, es el Día Internacional contra la Corrupción, por acuerdo de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, el propósito fundamental de la celebración
es “crear conciencia contra esta lacra”.
Este
debería de ser uno de los días más importantes en el calendario de
celebraciones en nuestro país y en el estado y no precisamente porque no
tengamos nada que festejar, sino todo lo contrario.
Pero en
Wonderlandia –la tierra de la fantasía donde no sucede nada y todo está muy
bien hecho- hasta los actos de corrupción, tampoco es posible que quienes
deberían de castigar a los corruptos y combatir así la corrupción se den cuenta
de lo que sucede.
Porque en
Wonderlandia, todos los 212 alcaldes de los respectivos municipios, son un
ejemplo de honradez y en consecuencia, ni el Orfis, ni el Congreso del Estado,
ni la Procuraduría General del Estado o la Controlaría estatal han podido
detectar ningún caso de corrupción que amerite meter a la cárcel a los que
durante su administración se dedican a saquear las arcas públicas.
Vaya tan
es así, que el ex titular del Órgano de Fiscalización estatal, Mauricio
Audirac, en premio y reconocimiento a la brillante labor desarrollada al frente
de esa institución –encargada entre otros menesteres- de auditar a los 213
municipios, dependencias estatales y organismos públicos que reciben y manejan
fondos económicos, al término de su gestión –en la que no hizo negocios con los
despachos auditores- acaba de ser premiado con el cargo de Contralor General,
que ahora se encargará de servir de tapadera a los titulares de las
dependencias estatales.
Por eso es
que todos los veracruzanos estamos hoy celebrando el Día Internacional contra
la Corrupción, aunque en los tres años de la presente administración estatal,
no haya sido posible detectar ninguna anomalía por el desvío multimillonario de
recursos del presupuesto.
Pero como
aquí parece que igual que el símbolo de la justicia, las autoridades tienen vendados
los ojos para no ver nada, habrá que recurrir a lo que dice Ban Ki-moon,
Secretario general de la ONU, en su mensaje por éste día, quien afirmó que “la
corrupción impide el crecimiento económico al elevar los costos y socava la
gestión sostenible del medio ambiente y los recursos naturales”, al ser fruto
de la actividad criminal, el mal funcionamiento de las instituciones estatales
y una débil gobernanza, a la vez que contribuye a estos fenómenos.
La
corrupción, “quebranta los derechos humanos fundamentales, agrava la pobreza e
incrementa la desigualdad al desviar fondos de la atención de la salud, la
educación y otros servicios esenciales”. Los efectos perniciosos de la
corrupción los sienten miles de millones de personas en todo el mundo.
La buena
gobernanza –dijo- es esencial para el desarrollo sostenible y fundamental para
combatir la delincuencia organizada. Cada eslabón de la cadena del tráfico está
expuesto a la corrupción, desde las cantidades que los traficantes de armas y
drogas pagan para sobornar a funcionarios corruptos hasta los permisos y
licencias fraudulentos utilizados para facilitar el tráfico ilícito de recursos
naturales.
Aquí en nuestro país, el presidente Enrique
Peña Nieto se comprometió a presentar una iniciativa para crear un organismo
federal encargado de combatir la corrupción en todos sus niveles, pero como ese
problema no es tan grave, prefiere sacar primero otras reformas, como la
petrolera, la hacendaría, la educativa y hasta la política, total, como bien lo
dijo ya alguien por ahí “la corrupción somos todos”.
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