- De muy poco sirven para aclarar dudas del trabajo realizado
- El formato se dice que ahora sí lo van a cambiar, pero no lo hacen
- porque resultan
aburridas, largas y tediosas las sesiones de las comisiones
Por Miguel Angel Cristiani G.
Todos los años es lo mismo, cuando se llegan las fechas para
las comparecencias de los funcionarios públicos del Poder Ejecutivo y de los
organismos descentralizados, se declara por parte de los diputados y diputadas,
que de muy poco sirven, porque resultan aburridas, largas y tediosas las
sesiones en las que se dan a conocer cifras y datos alegres, que incluso en
ocasiones no corresponden a la realidad.
De igual manera, se asegura que se va a cambiar el formato
de las mismas para hacerlo más ágil y que los comparecientes respondan a los
cuestionamientos de manera precisa y concreta y no con rollos y discursos, que
en algunas ocasiones, dependiendo de la capacidad del funcionario, solo sirven
para su lucimiento particular.
Son memorables, las comparecencias del secretario de
Seguridad Pública, en la administración de Javier Duarte de Ochoa, que las que
se convertían en un verdadero mitin político, con acarreados, puestos de
fritangas para dar de comer a los policías vestidos de civil que prácticamente tomaban
el control del Palacio Legislativo. Se
cerraba el tránsito de vehículos en las cuadras alrededor y se establecían vallas
y filtros para que solo pudieran llegar los “invitados especiales”.
Todo eso actuando de manera prepotente y al margen de la
ley, porque precisamente en la Constitución, Ley Orgánica del Poder Legislativo
y su reglamento, se establecen los procedimientos en los que se deben de actuar
-tanto los funcionarios como los diputados- en las famosas comparecencias.
Se supone que las comparecencias deben de ser para ampliar y
completar la información que el gobernador del estado en turno, entrega
previamente al Congreso del Estado.
Pero en la práctica, las comparecencias se convierten en “compadecencias”,
porque hay que padecerlas, durante varias horas de duración, sin que al final
de cuentas los diputados y diputadas queden conforme con lo que les dicen.
De acuerdo con el protocolo establecido en el Reglamento del
Congreso del Estado, el presidente de la respectiva comisión, debe de informar
al funcionario que comparece del procedimiento a seguir, como si no supiera o
sus asesores no le hubieran orientado previamente sobre el mismo, pero ya desde
el inicio, es tedioso el que en cada comparecencia les tengan que repetir el
mismo guion.
Así como los funcionarios a comparecer tienen la obligación
de entregar con 24 horas de anticipación el texto de su intervención, de igual
manera, se le debería de entregar una copia del capitulo del reglamento del
Congreso del Estado en el que se establece el procedimiento para las
comparecencias de los servidores públicos.
Luego de las comparecencias multitudinarias en las que los
funcionarios se hacían acompañar por todos los empleados de la dependencia a su
cargo, desde el 15 de noviembre del 2016, se estableció en el reglamento que “Los
titulares de las dependencias y entidades de la Administración Pública que
comparezcan ante el Congreso evitarán hacer, por cualquier medio, promoción de
su persona por tal motivo. Podrán hacerse acompañar, para auxiliares en el
desarrollo de sus comparecencias, de hasta veinte colaboradores, quienes se
abstendrán de realizar, directa o indirectamente, actos multitudinarios dentro
o fuera del edificio sede del Poder Legislativo.
Otro aspecto interesante que podría parecer hasta ridículo,
es que “El presidente de la comisión, antes de la exposición del compareciente,
hará saber a éste que, en términos de los artículos 49, fracción XXI, de la
Constitución y 40 de la Ley, se encuentra obligado a decir verdad en la
información que rinda; y lo apercibirá de la manera siguiente: "En caso de
conducirse con falsedad, podrá hacerse acreedor a las sanciones penales,
políticas y administrativas a que haya lugar". Acto seguido, le
interrogará de la forma siguiente: "¿Protesta usted decir verdad en cuanto
a la información que proporcione y a las respuestas que emita a partir de los
cuestionamientos que le formulen los integrantes de este Congreso?, a lo que el
compareciente responderá: "Sí, protesto".
Pero que pasa si el funcionario en turno, no lo cumple, es
decir que proporciona datos falsos, cifras infladas, metas y hasta obras que no
se realizaron.
Pues hasta ahora, no pasa nada, porque a la fecha nunca se
ha castigado a algún secretario o titular de despacho, que luego de comparecer
y proporcionar sus kilométricas cifras alegres, aunque se pueda comprobar que
estaba mintiendo, no se le castiga, aunque de hecho estuviera cometiendo un
delito, que según tengo entendido se llama perjurio.
Así las cosas, con las comparecencias, que todos los años
prometen que las van a cambiar, pero pasan y pasan los años y no pasa nada.
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