Se cumplen este lunes 7 de septiembre, 19 años de la partida del destacado y querido maestro Alfonso Valencia Ríos, formador de generaciones de periodistas en el estado de Veracruz.
Todos sus alumnos, lo recordamos con profundo y sincero cariño, por haber contribuido en gran parte a la formación como profesionales del periodismo.
El próximo 19 de septiembre, se recordará también la fecha de su nacimiento, ocasión propicia para recordarle y aunque él no era afecto a los homenajes, al menos se debería de celebrar algún evento, en la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana, de la que fue cofundador y director durante muchos años.
Para quienes no tuvieron la fortuna de recibir las clases y el conocimiento de parte del maestro Valencia Ríos habría que apuntar que fue maestro normalista, egresado de la Normal Superior de Xalapa, dio sus primeras clases de primaria en Chicontepec, Veracruz.
Cofundador de la primera Facultad de Periodismo en Provincia, siendo gobernador Marco Antonio Muñoz Trumbul y Rector de la Universidad Veracruzana Ezequiel Coutiño. La primera generación comenzó con 10 alumnos, terminaron siete.
Autor de seis libros: La Marina Mercante y sus problemas; Como redactar informaciones; Legislación Periodística; Manual del Corresponsal; Biografía de don Juan Malpica Silva; y El Dictamen Público.
Acreedor de 14 premios nacionales, entre ellos el Primer Premio Nacional de Periodismo. Único periodista que trabajó consecutivamente en un sólo periódico. El Dictamen por más de 50 años, empezando como corrector de pruebas y después desempeñando cargos de ampliador de cables, formador de planas, reportero y jefe de información.
HABLAN SUS ALUMNOS
El licenciado Romeo Figueroa Bermúdez, catedrático de la Facultad, narra que el maestro Valencia Ríos tuvo siempre el talento de motivar a las generaciones de ese entonces para elevar a un rango más universal las actividades profesionales de Periodismo. El tiempo vivido en el ejercicio de la profesión fue un tiempo singular y completo en la tarea informativa que el maestro Valencia tuvo el talento de combinar y compartir con los primeros alumnos de la antigua Facultad de Periodismo. Desarrolló una verdadera enciclopedia temática rica y venenosa en su vida profesional, con profunda clarividencia de los hechos, con escrupuloso respecto al hombre y a la naturaleza, con transparente lealtad en el servicio".
El licenciado Ignacio Oropeza López define a Valencia Ríos como "un lector insaciable que disfrutaba mucho de la lectura". Esto le permitía estar al tanto de los libros que se publicaban en la prensa nacional y extranjera, debido a esto, sus clases siempre estaban bien documentadas.
"En mis facetas de estudiante lo recuerdo como una persona modesta y sencilla, dentro y fuera de la Facultad. Nunca adoptaba poses ni presunciones, ni utilizaba adjetivos despectivos para referirse a los demás."
Al igual que Ignacio Oropeza, María de Jesús Rojas Espinosa recuerda que el profesor tenía mucha retentiva, manejaba mucha información: "Sabía mucho sobre la producción anual de cosechas tanto estadísticas pasadas como actuales. Era una biblioteca ambulante".
"Recuerdo que cuando era estudiante el maestro Valencia nos leía notas informativas y teníamos que redactarlas a nuestro estilo al día siguiente. Así calificaba. En esa ocasión me aprendí de memoria una nota para obtener buena calificación y ¿Cuál sería mi sorpresa? ¡Que saqué seis! En esa ocasión fue la única vez que lloré por una calificación".
La licenciada Guadalupe Mar dice que el maestro Valencia manifestaba en cada una de sus acciones la humildad. "Nunca fue prepotente, nos trataba con respeto y cariño. Siempre al servicio de los demás. Decía que nunca iba a dejar de ser tropa. Sería un soldado raso, un reportero".
"Lo que más recuerdo de él es que llegaba al café de la Parroquia, invariablemente de las ocho a las nueve de la mañana, de lunes a viernes a leernos pensamientos de diversos autores y nos decía que debíamos estar al tanto de todo para que la tecnología no nos rebase y de paso nos invitaba un café".
El licenciado Dámaso Nájera Sánchez nos comenta: "La práctica cotidiana a que nos sometía nuestro maestro Valencia, dio como resultado que muchos de sus exalumnos sean poseedores del Premio Nacional de Periodismo, entre ellos José Pablo Robles Martínez, Francisco Gutiérrez González y Luis Velázquez Rivera".
"Los viajes de prácticas nos servían para perder el miedo de reportear y así el alumnos se fogueaba más en el medio".
PUBLICACIONES Y DISTINCIONES
La publicación de su primer libro "La Marina Mercante y sus problemas" le dio el premio del Primer Concurso Nacional de Periodismo en 1948, convocado por la Asociación mexicana de Periodistas "Manolo del Valle" que se le otorgó por una serie de reportajes, sobre la Marina Mercante y sus problemas. Se lo entregó Antonio Saenz de Mier.
Siete Años después, citación de la Sociedad Interamericana de Prensa SIP le otorgó una distinción por una serie de trabajos encausados a proteger los recursos naturales y la lucha contra la erosión.
Recibió el premio nacional "Ignacio Ramón Bouchez" otorgado por el Instituto Nacional de Meteorología Náutica en 1958, por la serie de reportajes: "Red preventiva de huracanes, que diera como resultado la instalación de estaciones meteorológicas en el Caribe y la sonda de Campeche para detectar la ruta de los huracanes, ordenada por el general Rodolfo Sánchez Taboada, Secretario de Marina.
En 1961 salió al público su libro "Cómo redactar informaciones". No es un manual preparado para resolver problemas de estilo, sino para contestar a los más apremiantes problemas que tiene un principiante en la redacción de noticias, sobre todo en lo relativo a las entradas, "que es el principal obstáculo con el que tropiezan la mayor parte de los redactores".
Su tercer libro "Legislación Periodística", editado por la Procuraduría General de la República, en el cual expone las leyes que rigen nuestro país, remarcando que: "La legislación periodística mexicana es una de las más avanzadas". En este nos dice:
"El conocimiento de las leyes que rigen el país es de suma importancia para los mexicanos. Con las normas que regulan la vida nacional deberían estar familiarizados todos los ciudadanos, para bien y fortalecimiento de la democracia nacida de los distintos movimientos revolucionarios Tarea patriótica, es pues, divulgar esas normas y esas leyes".
Otro libro más el cual llamó "Manual del Corresponsal" publicado por la Compañía Periodística Veracruzana, donde el Decano de la Prensa Nacional "El Dictamen" se atiene a plantear y dar soluciones a los problemas que comúnmente están sometidos los reporteros y corresponsales. "Los orienta en su labor para que ésta sea más fácil y de mayor beneficio".
La serie de reportajes "La Educación: Un Callejón Sin Salida" le otorgó el premio "Ignacio Ramírez" con medalla de oro, en el concurso nacional convocado por la Asociación Nacional Mexicana de Periodistas 1977.
Al año siguiente le otorgaron el premio "Cultura de la Institución de la Superación Ciudadana" por una serie de reportajes, uno de ellos titulado: "Problemática municipal". Ese mismo año escribió la biografía de don Juan Malpica Silva.
La Legislatura del Estado de Veracruz le confirió la medalla de oro "Adalberto Tejeda" por mérito cívico en 1979. Ese mismo año editó "El Dictamen Público" en el cual nos narra la historia de El Dictamen, así como de su antecedente El Correo de Sotavento, que nace el primero de enero de 1868 en el que era entonces el puerto de altura Tlacotalpan.
En 1982 la Asociación Nacional de Periodistas, AC ANPAC de la ciudad de Xalapa le otorgó el medallón de la "Libertad y Promotor del Progreso". El 20 de abril del mismo año, siendo alcalde el licenciado Enrique Hernández Crisanto se le otorgó el nombramiento de "Hijo Predilecto de Xalapa".
La Universidad Veracruzana le otorgó por méritos propios la medalla universitaria. En febrero de 1994 el FESAPAUV le entrega un reconocimiento por su labor académica y periodística. El Club Primera Plana de México le otorga el pergamino que lo acredita por sus informaciones.
En abril del mismo año, la delegación regional de la Universidad Veracruzana Veracruz-Boca del Río, le confiere el pergamino por su labor periodística y universitaria. En junio del mismo año la Fundación Rotary International le otorga la presea Paul Harris por su labor humanista y de promoción rotaria en todos los niveles.
COMO ERA VALENCIA RÍOS
Alfonso Valencia Ríos, oriundo de la ciudad de Xalapa, nace el 19 de septiembre de 1914 y muere el 7 de septiembre de 1996.
Su hermana Fidelina Valencia Ríos dice: "Fuimos una familia humilde, ¡ que les dijera yo! De la nada nos levantó mi padre, el señor Fidel Valencia Ramírez y la señora Felicitas Ríos de Valencia".
"Siempre lo vimos estudiando, siempre estudiando eternamente con los libros. Creo que nunca aprendió a bailar. Nunca supo bailar, porque eso para él no existía. Su diversión consistió en aprender", dice María Esther Valencia Ríos.
"Creo que el tiempo no le alcanzó para haber aprendido más de lo que ya sabía. Nosotros considerábamos que era un erudito en todo". Concluyó.
Su esposa, la señora María del Carmen Castro de Valencia lo recuerda como "un caballero en toda la extensión de la palabra. Para nosotros fue un ejemplo de todo lo que hace en el hogar, caballeroso hasta con las personas que nos servían, no hay ninguna que las tratara con insolencia. Siempre con educación. Así fue Alfonso Valencia en la intimidad del hogar".
"Era una persona realmente inigualable, por ser inigualable va a ser inolvidable para todos los miembros de la familia Valencia, para sus compañeros periodistas, creo que también va a ser inolvidable".
Su hija María del Carmen Castro de Valencia lo evoca como un padre ejemplar: "Tenía una voluntad férrea, de trabajo increíble. Se levantaba a las cuatro de la mañana a estudiar dos horas su inglés y francés. Esa lección que él daba, no con palabras, sino con actitudes, es algo que realmente le sirve a uno como hija, algo muy formativo".
EJERCICIO PROFESIONAL
Sabiendo de su honestidad y rectitud, don Juan Malpica Silva mandó llamar al profesor Valencia para que colaborara en el período Dictamen. En ese entonces él trabajaba como maestro de primaria y como aún no terminaba el ciclo escolar no pudo acudir a ese llamado.
Fue en 1942 cuando ingresó a El Dictamen donde, dos años después, colabora para el suplemento La Tarde, y en 1950 funge como jefe de redacción de ambos. Durante 53 años ininterrumpidos Valencia Ríos desempeñó los cargos de ampliador de cables, corrector de pruebas, formador de planas, reportero.
Su sueño era hacer un periodismo honesto, formando dentro de las aulas, con bases sólidas, a periodistas que harían al país grande y próspero. Decía que "La prensa no era un cuarto poder, sino el primero"
Empezaron su trabajo en locales prestados, hasta que llegaron al edificio que está en la avenida Arista esquina con Zaragoza. A lo máximo eran 10 alumnos en toda la facultad. Así, el profesor Valencia Ríos, junto con don Félix de Catalicio Martínez y don Juan Malpica Silva fundaron en 1954 la primera facultad de Periodismo en toda la provincia.
La Rectoría de la Universidad Veracruzana le otorgó el título de licenciado en Periodismo en 1957, debido a que sus reportajes, especialmente: La Educación: Un Callejón Sin Salida, le sirvieron de tesis.
De 1961 a 1972 estuvo a cargo de la Dirección de dicha facultad, impartiendo las materias de periodismo, redacción, legislación periodística, publicidad y seminario.
En 1959 fue corresponsal de la Asociated Press y de la Asociación de Editores de los Estados. Cuatro años más tarde fungió como corresponsal de Excélsior y en 1982 trabajó para la estación radiofónica XEU de Veracruz en calidad de comentarista político, cultural y deportivo.
UN REPORTERO INCANSABLE
En el curso de los muchos años que tuvo de servir con pasión y lealtad en el Dictamen, en donde se formó y en donde nunca salió ni temporalmente, tuvo la oportunidad de entrevistar a reyes, estadistas, primeros ministros, diplomáticos, a la Madre Teresa de Calculta, a todos los Presidentes de la República desde el general Manuel Ávila Camacho hasta el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León.
Pero la tarea humanística del profesor Alfonso Valencia Ríos se nutre de su actividad reporteril en las páginas policiacas, en hechos delictuosos, sensacionales; entrevistó a náufragos, a héroes y mártires, a niños prodigio y a niños aplicados. Entrevistó al chelista Paul P. Casals, a ejecutivos africanos, uno de ellos de la Costa de Marfil, que aunque era egresado de la Universidad de Harvard, tenía la marca del tigre en la mejilla derecha, como símbolo tribal.
Siempre se consideró como un reportero, decía que formaba parte de la infantería del periodismo, que no le interesaba ser general.
A sus alumnos reporteros en alguna ocasión les dijo: "Son reporteros los que apuntan continuamente la terrible diferencia y la amargura, el dolor y la pesadumbre, que hace que México esté plagado de cosas tan terribles como lo son los pueblos marginados. Esa tarea nobilísima de conmocionar al mundo de la información, de llevar la verdad, es la que ha determinado, en gran medida, el avance sociológico de todos los países, es la que está destruyendo poco a poco, pero de manera firme, pilares arcaicos que se están desmoronando ante la acometida de la información verídica, exacta que transmite el reportero y que transmite el fotógrafo en las imágenes llenas de emotividad, de dolor, y de dramatismo en la que se ve el contraste horrible entre los que tienen todo y los que no tienen nada, entre los marginados y los poderosos”.
Comentarios
Publicar un comentario