Por Miguel Angel Cristiani G.
Con la excusa de que se va a atender la necesidad de nuevas
viviendas, en los últimos años, se ha registrado un crecimiento explosivo de
nuevas colonias y fraccionamientos, contando con la complicidad de las
autoridades municipales respectivas, encargadas de supervisar y controlar los
nuevos desarrollos poblacionales.
Aunque existen las leyes, reglamentos, ordenamientos y demás
chucherías legislativas que se supone son para poner orden y evitar que los
fraccionadores de terrenos hagan lo que se les venga en gana, lo cierto es que
todas esas normas, para lo único que sirven es para que los funcionarios que
están ocupando el cargo en ese momento, hagan millonarios negocios.
No se puede explicar de otra manera, el hecho de que más de
15 fraccionamientos se han construido en los últimos 13 años en la capital del
estado de Veracruz.
Para tener una idea de lo que esto representa, habría que
apuntar que el crecimiento de la llamada marcha urbana, representa un 25 por
ciento.
Nosotros no somos urbanistas, pero suponemos que para
construir un fraccionamiento, se tienen que sacar permisos y licencias a nivel
federal, estatal y municipal, pero el hecho de que se construyan
fraccionamientos y unidades habitacionales como si fueran una escuela, con
todas las facilidades, implica que algo no está funcionando como debiera.
Los vecinos de las distintas colonias, nada más de repente,
ven que un buen día se aparecen las máquinas que tiran árboles y aplanas hasta
cerros, para luego empezar la edificación de todo tipo de construcciones
urbanas.
Lo mismo ocurre en las llamadas colonias populares, que en
las residenciales de mansiones de millonarias de gran lujo –donde generalmente
son funcionarios públicos los que las construyen- pero aparentemente nadie se
da por entendido.
Ha pero no se le ocurra a usted, ponerse a levantar una
pared o una barda, en su casa, porque más pronto que canta un gallo o que se
cuaja el cemento, le estarán cayendo los inspectores de la construcción, para
detener la obra y exigir los permisos y licencias correspondientes.
Se supone que el cambio del uso del suelo, rustico en
urbano, debe de ser autorizado por las dependencias de todos los niveles, pero
el caso es que administraciones van y administraciones vienen y el caos urbano
es cada día mayor.
Para no ir muy lejos, en el fraccionamiento Lucas Martín, en
los límites de Xalapa con el municipio de Banderilla, a unos cuantos metros del
río Sedeño, había un terreno de gran tamaño, que originalmente estaba
catalogado como parte de la reserva territorial, para áreas verdes, bueno pues
resulta que hace unas semanas, entre una escuelita de jardín de niños y un
espacio para actividades deportivas, un particular, empezó a levantar una
edificación, que todavía los vecinos se preguntan cual será su destino y ya hay
hasta apuestas, unos dicen que será una “Plaza Comercial” otros apuestan que
será un salón de fiestas otros aseguran que será un casino, pero la pregunta de
los sesenta y cuatro mil pesos, es ¿quién autorizó la construcción en un área
verde? ¿Quién o quienes aprobaron el cambio de uso de suelo?.
Vaya usted…….…a saber.
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