- Ricardo Exsome Zapata trata de colocar a su alfil Enrique Trujeque Rivera
- El titular no tiene forma de demostrar la gestión de recursos para Veracruz
- En Orizaba, falta mano dura para ejercer el poder, que no es compartido
Por Miguel Angel Cristiani Gonzalez
En una entrega anterior de la Bitácora Política comentamos
la semana pasada, la lucha de poderes o choque de trenes que se estaría dando
entre Ricardo Exsome Zapata, presidente de la poderosa e influyente Comisión de
Infraestructura de la Cámara de Diputados y el secretario de Infraestructura y
Obras Públicas en el Gobierno de Veracruz, Elio Hernández Gutiérrez.
Exsome Zapata busca afanosamente colocar a su alfil Enrique
Trujeque Rivera, en sustitución del opaco titular de la SIOP en el estado de
Veracruz. Mientras que el occiso, percibe que sus días al frente de la
dependencia están más que contados.
El viernes pasado, se sacudió un poco la modorra Elio Hernández
y viajó a Veracruz, para asistir, por primera vez en los cien días de la actual
administración, a un evento convocado por el diputado federal Exsome.
En ese Foro, el presidente de la Comisión de Infraestructura
de la Cámara Baja cuestionado por los reporteros y como buen político exageró
un poco y dijo que “Elio era uno de los mejores secretarios de infraestructura
del país.” ¡Imagínense eso!
Exsome dijo que el secretario veracruzano era de los que más
acudían a la Ciudad de México a gestionar recursos para nuestro estado.
De ser así, se la ponemos fácil al diputado jarocho, y que
haga públicas las veces que ha acudido Elio al altiplano y ante qué autoridades
está gestionando recursos para nuestro querido y muy abandonado Veracruz.
O incluso, si Elio quisiera, podría hacernos llegar la
relación de citas que ha sostenido en la capital del país, para que lo
comentado por el diputado Exsome, quede transparentado como verdad o como
mentira.
Obviamente, que ninguno de los dos tiene forma de demostrar
que se hayan sostenido reuniones en la CDMX para atraer recursos para Veracruz.
Porque ni Exsome tiene forma de medir el trabajo de Hernández Gutiérrez, ni
éste tiene forma de acreditar gestión alguna en la capital.
En una futura columna, abordaremos el tema de este mismo
secretario, que solamente trabaja una vez a la semana, aunque cobra por una
jornada de 7 días semanales. Espérela.
Falta mano dura en Orizaba
Hace 500 años Nicolás Maquiavelo dejó claro que el poder se
ejerce, no se comparte. Desde entonces esa ha sido la gran premisa que ha
caracterizado lo mismo a los grandes líderes que a los dictadores de la
historia mundial.
Cuando el poder se comparte las cosas nunca salen bien, y
los ejemplos sobran, pero ese parece ser el caso de Orizaba la única ciudad de
Veracruz que ha podido destacar.
Traigo a colación esto del poder porque esta semana vence el
plazo para retirar la estatua de Porfirio Díaz que se encuentra allá en la
Pluviosilla, siendo la única que existe en una plaza pública del país dedicada
a tan polémico personaje.
El alcalde orizabeño Igor Fidel Rojí López simplemente no ha
podido con los regidores opositores de Morena que promovieron el retiro de Don
Porfirio de la llamada plaza Bicentenario, porque en dos oportunidades le han
ganado la partida por abrumadora mayoría y le obligaron a quitarla.
No pudo convencer a los regidores del beneficio turístico de
la efigie que otros municipios veracruzanos si le ven, como tampoco Rojí pudo
cabildear que dejen la estatua en paz a cambio de sacar adelante las
iniciativas de los Morenos.
Literalmente el munícipe los ha dejado hacer lo que quieran,
cuando hemos visto que en Morena la improvisación y las ocurrencias son parte
del día a día.
En otras palabras, Igor Rojí cometió el error de compartir
el poder con los regidores y lo está pagando.
Orizaba ha destacado por figurar como una ciudad de
vanguardia, superando a Coatzacoalcos y Poza Rica, que son unos baños de
sangre, al puerto jarocho que cada vez está más sucio y resquebrajado, y
superando también a la propia capital Xalapa, que está ahogada en marchas y una
pésima administración.
En Orizaba tuve la oportunidad de ver trabajar al ex
alcalde Juan Manuel Díez, y le aseguro estimado lector, que no le temblaba la
mano para tomar decisiones, que no es el caso del actual alcalde Rojí.
Solo un milagro podría rescatar la estatua de Porfirio,
amado por unos y odiado por otros, pero aún si lograra dejarla en su lugar, si
Igor Rojí sigue compartiendo el poder con la improvisación y la inexperiencia,
nada le garantizará que su administración sea recordada y menos evitará que
Orizaba caiga por fin en manos de Morena.
Contáctanos en Facebook: Miguel Ángel Cristiani G.
En Twitter: @bitacoraveracru
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