Por Miguel Angel Cristiani
Gonzalez
Luego de la espectacular captura
del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa, que ocupó los titulares de prácticamente
todos los medios de comunicación, se va a cumplir ya un mes de que está
detenido en Guatemala, pero pareciera que no existe ningún interés por parte de
las autoridades mexicanas en regresarlo a nuestro país.
También por parte de los medios,
ha dejado de ser noticia en la agenda política, ya no se volvió a tratar el
tema y lo último fue que el ex mandatario se quejaba de que no tenía colchón en
la cárcel y quería salir a convivir con sus compañeros de prisión.
Pero de su extradición nada,
mutis total.
Cuestionado al respecto el
secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso al ser interrogado
luego de una comparecencia en el Senado, se limitó a responder a los
periodistas que eso de la repatriación de Duarte se lo preguntaran al
Procurador General de la República.
O sea que la PGR es la que
tendría que haber enviado desde hace ya varias semanas, la solicitud al
gobierno de Guatemala para que lo pudieran traer a nuestro país, pero hasta el
momento, luego de casi un mes de la captura, no han movido un dedo.
Cuando se dio a conocer la
noticia de la detención en un lujoso hotel en la costa de Guatemala de Javier
Duarte de Ochoa, se especuló que todo formaba parte de un acuerdo bien
estructurado para utilizar ese hecho convenientemente en las próximas
elecciones, entre otras, las del estado de Veracruz donde el 4 de junio próximo
se elegirán a los 212 ayuntamientos.
Conforme van transcurriendo los
días, se va confirmando el hecho de que a Javier Duarte lo van a regresar,
faltando unos cuantos días para las votaciones, para volver a calentar el
asunto y poder decir que el PRI está combatiendo a los corruptos.
Pero Javier Duarte de Ochoa no
fue el gran mago que desapareció por si solo los miles de millones de pesos,
hay una larga lista de cómplices a quienes, hasta ahora, tampoco se les ha
tocado ni con el pétalo de una rosa, cuando se supone que a estas alturas del
partido, ya deberían de tener perfectamente integrados sus respectivos
expedientes.
En
un reportaje publicado en la versión digital del periódico The New York Times,
firmado por el periodista Arturo Angel, del portal Animal Político se recuerda
que Javier Duarte de Ochoa fue gobernador del estado de Veracruz por 2139 días.
En su gobierno, según las auditorías federales y locales llevadas
a cabo hasta este momento, se desviaron 73.000 millones de pesos
provenientes de recursos públicos, unos 3800 millones de dólares. Esto quiere
decir que en la administración de Duarte desaparecían, en promedio, 28 mil
pesos de las arcas públicas por minuto (1495 dólares).
Este
nivel de fraude es el más alto de la historia en México, como lo definieron en
su momento las autoridades. Pero Javier Duarte –detenido el 15 de abril en
Guatemala– no lo hizo solo.
Prueba
de ello es la investigación publicada en el portal Animal Político hace
un año en la que documentamos cómo diez funcionaros al frente de cuatro
dependencias en Veracruz entregaron 650 millones de pesos a una red de 22
empresas de maletín. Ninguno de estos funcionaros está detenido y ahora seis
son diputados federales con un fuero que impide que sean interrogados y
procesados. Uno de ellos es Tarek Abdalá, a quien la Fiscalía de
Veracruz identifica como presunto responsable de diversos fraudes que
originaron un desvío de 23.000 millones de pesos.
Hace
unos días los diputados del Partido de la Revolución Institucional (PRI),
partido al que pertenece el presidente de México Enrique Peña Nieto y del cual
fue expulsado Duarte en octubre, desecharon una petición oficial de la fiscalía
para suspender el fuero que impide que Abdalá sea, por lo menos, interrogado.
Sí, la captura de Javier Duarte
es un paso, pero es solo el primero. Ante los tribunales deben presentarse los
exfuncionarios y también los testaferros y cómplices que hicieron posible el
gran robo.
Esta
es solo una muestra de la impunidad solapada en el sexenio de Peña Nieto. Desde
hace cinco años la Auditoría Superior de la Federación ha presentado denuncias
formales por los desvíos en la administración de Duarte. Van más de 60 y
ninguna ha sido resuelta. Ni uno de los funcionarios involucrados fue siquiera
citado a declarar antes de que quedaran protegidos por su fuero.
Luego
de la captura de Duarte me han preguntado si es un mensaje de que la corrupción
se acabó. La respuesta es no. Nada va a cambiar si las redes siguen intactas.
Si las denuncias, que llenan cajones en las procuradurías, no se atienden. Si
los legisladores se encubren entre ellos. Si el poder se alterna entre partidos
pero la impunidad prevalece. El PRI regresó tras doce años con otros rostros,
pero la corrupción que llevó a su salida sigue ahí, como si fuera su
emblema.
Las
investigaciones de las denuncias de la Auditoría están a cargo de la
Procuraduría General de la República, cuyo titular fue escogido por el
Presidente. En 2014 se aprobó una reforma que debería dar autonomía a
la Procuraduría, pero no se ha concretado porque el congreso nacional, donde el
PRI y sus aliados son mayoría, no ha expedido la ley que la pondría en
funcionamiento.
Sí,
la captura de Javier Duarte es un paso, pero es solo el primero. Ante los
tribunales deben presentarse los exfuncionarios y también los testaferros y
cómplices que hicieron el gran robo posible.
Hoy
estamos cortos. Existen 21 juicios abiertos pero solo contra los actores más
débiles del sistema de corrupción: personas de bajos recursos que fueron
engañados o que, a cambio de una promesa de apoyo, aceptaron firmar como socios
de la red de empresas fantasma.
Cuando
se pidió la orden de aprehensión contra Duarte en noviembre de 2016, también se
concedió en contra de seis testaferros, abogados y contadores que colaboraron
con el exgobernador para lavar recursos. De todos ellos solo uno ha sido
detenido.
En
el grupo se encuentra el empresario Moisés Mansur, que según la investigación
oficial es el principal testaferro de Duarte. Adquirió a su nombre
departamentos en Ciudad de México y un rancho de lujo en el Estado de México
conocido como “Las Mesas”, entre otras propiedades. Mansur no ha sido capturado
pero, según el gobernador actual de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, se encuentra
en Canadá. Oficialmente es un prófugo.
Otro
involucrado es el abogado José Janeiro, mano derecha de Mansur y responsable de
las operaciones financieras. También coordinó la adquisición de propiedades. La
orden de captura en su contra se canceló temporalmente luego de que acordó
colaborar con las autoridades.
Rafael
Rosas Bocardo es otro testaferro involucrado en la red de lavado. A su nombre está
una tercera parte del Rancho “Las Mesas”, cuya compra se hizo tras triangular
casi 400 millones de pesos que se entregaron a empresas fantasmas. También está
prófugo.
Tampoco
han sido capturados Santa Bartolo Acuña y Miguel Velázquez Nieva. Según las investigaciones
ambos ayudaron a Mansur y otro abogado de nombre Alfonso Ortega a pasar por
terratenientes, requisito legal para adquirir terrenos ejidales que luego
fueron sobrevendidos a una compañía fantasma denominada Consorcio Brades,
propiedad del propio Mansur.
Nada va a cambiar si las redes
siguen intactas. Si las denuncias, que llenan cajones en las procuradurías, no
se atienden. Si los legisladores se encubren entre ellos.
El
único de los cómplices de Duarte detenido es Javier Nava, capturado por la
Interpol en Barcelona, España. Es un contador que facilitó las operaciones
fiscales que involucraron a empresas fachada.
Otro
personaje clave es la esposa del propio Duarte, Karime Macías. Según
declaraciones tanto de Ortega como de Janeiro, era quien ordenaba múltiples
operaciones a través de las empresas falsas, por ejemplo, la adquisición de
cuatro departamentos en el complejo St. Regis en Nueva York.
Macías
no está detenida ni existe una orden de aprehensión en su contra. Cuando Duarte
fue capturado estaba con su esposa en Guatemala, a donde ingresaron
ilegalmente, pero no fue deportada a México. En cambio, se le permitió irse a
Colombia junto con sus padres, también indagados por la PGR, y desde ahí
volaron a Londres, donde hoy permanecen.
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