Por Miguel Angel Cristiani Glez.
En estos días de asueto vacacional, se
disfruta la tranquilidad de caminar por las calles del centro de Xalapa, sin
tanta congestionamiento de vehículos, casi sin las consabidas manifestaciones
diarias, se pueden apreciar mejor los distintos artistas que alegran el
recorrido por las principales rúas.
Prácticamente en cada cuadra, en Enríquez hay
hasta tres y cuatro grupos musicales, que interpretan todo tipo de géneros y
ritmos, desde la folklórica marimba chiapaneca hasta el saxonista que toca jazz y guitarrista que
nos delita con nostálgicas piezas del mejor rock.
Cuando no es uno es otro, pero siempre hay
algún músico tocando lo mejor de su repertorio, para lograr despertar la
generosidad de los transeúntes, con unas monedas, porque billetes, esos están
muy escasos.
Es posible que por ser Xalapa la Atenas
veracruzana, la cuna de la Universidad Veracruzana, con sus facultades y
alumnos de las carreras del área de artes, es que como parte del recorrido por
el primer cuadro de la ciudad, se puede uno encontrar y disfrutar del ritmo y
calidad de las interpretaciones musicales.
Incluso hay ocasiones que son jóvenes vestidos
de jarochos, que están interpretando las canciones del pueblo veracruzano,
acompañados por una joven bailarina, que le tunde al zapateado, brindando una
bella estampa de nuestras raíces folklóricas.
Aunque también hay que reconocer, que ya sea
por la crisis económica o por otras razones, lo cierto es que el esfuerzo de
los artistas populares urbanos xalapeños, se ve poco retribuido y estimulado
por los caminantes, que pasan disfrutando de su música, pero que no se detienen
a arrojarles cuando menos una moneda.
Existen programa por parte del gobierno
federal y estatal, a través de CONACULTA
y el IVEC para apoyar la preservación y difusión de la cultura, pero
lamentablemente, los recursos se quedan en manos de quienes tienen alguna
relación de amistad o son cuates, de quienes a la final de cuentas, deciden a
quién se apoya y a quien se deja afuera.
Esos músicos callejeros urbanos, son los que
deberían de recibir también un estímulo a su trabajo, que nos alegra y motiva a
pasear por el centro de la ciudad capital.
Pero nunca falta una piedra en el frijol, diría
el filósofo Pancho López, pues resulta que alguna autoridad municipal, se le
ocurrió que esos músicos, afean el paisaje y deberían ser retirados, ¡hágame
usted el favor! Si de que los hay, los hay.
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G.
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