Por
Miguel Angel Cristiani G.
Con
mucha razón, los pueblos prehispánicos en nuestro país, se dedicaban a
construir sofisticados sistemas de observación astronómica y dedicaban incluso
pirámides en sus ciudades sagradas a seguir día a día, los fenómenos que se
presentaban en el firmamento, pero además tenían la capacidad para predecir los
acontecimientos que se habrían de presentar, como el eclipse lunar registrado
esta madrugada de lunes y que por sus características es llamado como Luna Roja
o Luna de Sangre.
Aunado
al eclipse lunar –que por sí mismo constituye todo un espectáculo- se presentó
en la zona norte y central del estado un fuerte viento de norte, que alcanzó
rachas violenta de cien kilómetros por hora.
Hoy
en día, poco asombro y temor causan estos hechos, porque se cuenta con avanzada
tecnología, de imágenes de satélites, poderosos telescopios, naves que viajan
por el universo transmitiendo imágenes a la tierra.
Pero
hace más de quinientos años, cuando nuestros pueblos originarios, vivían en las
selvas, en el campo, sin medios de comunicación como los que tenemos a nuestro
alcance, nada más imagínense lo que hubieran pasado, nuestros ancestros, que la
noche del domingo se acostaban con un día caluroso, pero que en el transcurso
de las próximas horas, empezaba a pegar un intenso norte, que arrancaba los
techos de las viviendas, construidas con palmas y que quedaba al descubierto el
eclipse lunar, que primero se iba desapareciendo lentamente y luego aparecía,
pero con un color rojo intenso.
Si
lo de los sacrificios humanos de guerreros y doncellas no eran meras
elucubraciones, tenían una “justificación” real en los tiempos que estaban
viviendo.
De
alguna manera, tenían que tratar de agraciarse con los fenómenos de la
naturaleza, que de un día para otro, empezaban a presentar modificaciones
inexplicables.
Hoy
en día, los eclipses de luna o de sol, ya no representan ningún temor,
simplemente son noticias que se transmiten por la prensa, televisión, radio e Internet, son un pretexto para que algunos esotéricos, acudan a las pirámides
prehispánicas a cargar energías o en el mejor de los casos, que los fotógrafos,
profesionales y aficionados, apunten sus cámaras hacia el infinito y capten
hermosas imágenes, que luego habrán de circular por las redes de Internet por
todo el mundo.
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