Pues resulta que el alcalde de Medellín, de nombre Marcos Isleño Andrade acaba de hacer lo que ningún otro presidente municipal de todos los que acaban de tomar posesión se atreve o quiere hacer, cesó a 16 elementos de tránsito por actos de corrupción.
Es un clamor generalizado en todos los municipios en donde cuentan con agentes de tránsito, el que más que servidores públicos, se trata de delincuentes con uniforme con patente de autoridad, que se dedican a extorsionar a propios y extraños, pero más a los últimos.
En cuanto ven un vehículo con placas de otro estado o extranjeras, inmediatamente lo paran con cualquier pretexto, para finalmente llegar a un acuerdo, perdonar la infracción y recibir su compensación.
Estamos cansados de ver las patrullas y motociclistas en plena capital del estado, que están prácticamente “cazando” a los conductores -sobre todo a los que camiones y camionetas de carga- para detenerlos y ver como les piden sus papeles y luego reciben los billetes. Pero de eso ninguna autoridad se dá por enterada.
En una nota de E-Consulta periódico digital nos enteramos que luego de informar que 16 elementos de esta corporación fueron cesados por "ser mal vistos por la sociedad, el alcalde dijo que su compromiso es "erradicar la corrupción tan fuerte que hay en Medellín" y expresó que la decisión de despedirlos fue de manera personal.
"Yo quise sacarlos porque quiero que le cambie la imagen de transito, demasiadas quejas, yo creo que el principal problema del que teníamos en cuanto a servicios era transito, sigue siendo ya esta más tranquila la cosa", señaló.
Comentó que los oficiales fueron contratados por la administración anterior y ante las quejas de la población fueron "dados de baja" por ser mal vistos por la sociedad y "ya no me voy a poner a investigar si eran corruptos o no", aseguró.
Ojala y no se trate de cambiar de equipo de agentes de tránsito, sino que en verdad se atienda a las quejas ciudadanas para combatir la corrupción.
De resultar cierto el propósito, el alcalde de Medellín, debería entonces ser nombrado Director de Tránsito del Estado, para desde ese importante puesto, aplicar la sencilla receta contra la corrupción: correr a los agentes extorsionistas.
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