En las postrimerías de su gobierno, el ocurrente Fidel Herrera echó a volar un estribillo que decía: “Vamos bien y viene lo mejor”, con el que daba a entender que si en su gobierno las cosas iban a todo dar, en el de su sucesor irían de maravilla.
Y ni para qué recordar lo que pasó.
A Andrés Manuel López Obrador le sucede más
o menos lo mismo. En el primer año de su gobierno le contabilizaron 5 mil 110
mentiras (sólo en las mañaneras), aderezadas generalmente con el autoengaño:
“Vamos bien”.
Pero no es así.
No pueden ir bien las cosas cuando entre
2019 y 2020 se registraron más de 70 mil homicidios dolosos y 1,979
feminicidios. Cuando prometió acabar con la violencia en dos años y no sólo no
lo hizo, sino que su administración es hasta hoy la más violenta de la historia
y la violencia no para.
Es una mentira muy sucia decir “Vamos bien”
cuando el año anterior cerraron en definitiva más de un millón de micro,
pequeñas y medianas empresas (de las que al menos 80 mil eran de Veracruz), y 6
millones 200 mil estudiantes no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por
falta de recursos.
De acuerdo con el CONEVAL, en dos años el
número de pobres aumentó a 9 millones 800 mil, con lo que ahora suman 74
millones 400 mil y son el 56.7 por ciento de la población. Un poco como uno de
los tantos milagros ocurridos hace 2 mil años pero a la inversa; porque si Jesús
multiplicó los peces y los panes, Andrés Manuel está multiplicando a los
pobres.
En 2004 México era el tercer país del mundo
más atractivo para la inversión extranjera, en 2006 fue el cuarto al igual que
en 2010; en 2016 el sexto y en 2018 el quinto. Pero en 2020 salió del ranking
de los 25 países más atractivos para invertir, gracias al denodado esfuerzo de
López Obrador por mandar al diablo a los inversionistas extranjeros.
No pueden ir bien las cosas cuando México
es tercer lugar mundial con más muertes por COVID y el primero en fallecimientos
del personal médico y sanitario. Y menos cuando van más de 1,500 niños muertos
por falta de medicamentos oncológicos que nunca escasearon en los gobiernos
corruptos y neoliberales.
Pero vamos bien, repite como tarabilla el
Presidente.
Ya se ve la luz al final del túnel, estamos
aplanando la pandemia, la recuperación económica avanza, son crueles cuentos
repetidos sin piedad por un sujeto que no usa las palabras para informar, sino
para engañar (y no se diga para golpear). Cuál luz al final del túnel; cuál
pandemia aplanada si van más de 200 mil muertos. Cuál recuperación económica
cuando México sigue en el hoyo con un decrecimiento de -7.0 por ciento.
Su espartana política de austeridad bajo el
lema de Primero los Pobres, le está pegando antes que a nadie primero a los
pobres.
Pero la paradoja no deja de sorprender. A
pesar de que ha violado decenas de veces la Constitución, a pesar de que odia a
las mujeres violentadas, a pesar de que cerró las estancias infantiles, a pesar
de que tiene sin trabajo a 5 millones de mexicanos, a pesar de Félix Salgado Macedonio,
de las empresas en quiebra, de la violencia y el crimen organizado, a pesar de
los niños con cáncer, de Morena y a pesar de los pesares, el señor sigue siendo
muy popular.
¿A qué se deberá? A que hasta ahora le ha
salido bien el numerito. Es decir, hasta ahora le han cuajado sus mentiras en
el circo de Pinocho instalado en el Salón Tesorería de Palacio Nacional.
Veremos hasta dónde le dura la cuerda a
esta farsa.
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