- Es un parteaguas en lo que era una política autoritaria del gobierno
- Es parte de la transformación que queremos para el país, afirma
- Aplicar la acción no-violenta, no-violencia activa o resistencia pacífica
Por Miguel Angel Cristiani Gonzalez
Ahora que ha sido severamente cuestionada su política en
materia de seguridad pública, entre otros asuntos por el fallido operativo para
detener al hijo del Chapo Guzmán en Culiacán, aunado a las declaraciones que
han hecho generales del ejército mexicano por no estar de acuerdo, habría que
ponerse a analizar más en detalle, que aunque no lo haya reconocido
públicamente, el presidente Andrés Manuel López Obrador es un admirador de Mahadma
Gandhi el líder hindú predicador de la no violencia.
Porque en repetidas ocasiones, cuando se le ha cuestionado
en las conferencias mañanera porqué se han permitido lo que se puede considerar
como abusos por parte de distintos grupos, a lo que se podría haber controlado
mediante el uso de las fuerzas armadas, no ha ocurrido y en cambio se les ha
enviado un mensaje de paz.
El mismo mensaje ha sido con los encapuchados que se infiltraron
en la marcha de Ayotzinapa y causaron destrozos en negocios y empresas a lo
largo de la avenida Reforma, igual que cuando maestros de la Coordinadora han
bloqueado avenidas y vías de comunicación y muchos otros grupos más.
La respuesta polémica que dio el presidente de la república,
-que también fue muy criticada- es que había que acusarlos con sus mamás y
hasta con las abuelitas, para que ya se portaran bien.
Entonces habría que recordar en que consiste la llamada
resistencia-pacífica que en su momento puso en práctica Gandhi: la resistencia
no-violenta, desobediencia no-violenta, acción no-violenta, no-violencia activa
o resistencia pacífica, es una táctica de protesta relacionada a la
desobediencia civil, que propugna el logro de un cambio político, social y
cultural sin necesidad del empleo de la violencia.
Habría que poner más atención a las respuestas que
acostumbra dar el presidente López Obrador cuando se le cuestiona en las
conferencias de prensa mañaneras, cuando se trata de utilizar la fuerza del
estado para enfrentar a quienes han incurrido en actos delincuenciales.
Esto fue lo que dijo el presidente López Obrador: “Son
asuntos muy serios que requieren responsabilidad y no se puede, por el
amarillismo, poner en tela de juicio una acción tan importante, que es un
parteaguas en lo que era una política autoritaria, que nunca fue cuestionada
por los medios -con honrosas excepciones-, que fue aplaudida por los medios.
Una política que desató la violencia en México, porque se declaró una guerra y
causó miles de muertos, y convirtió a México en un cementerio.
Eso era lo de antes a este parteaguas, que significa
exactamente lo opuesto: el ya no apostar a la violencia, el no apostar al exterminio,
el no apostar a destruir a los llamados riesgos colaterales, afectar a la
población civil.
Entonces, ya es tiempo también -incluso, aún con este
diálogo tan importante, esta polémica- a pensar en el interés general y a una
ética que debe de existir en el manejo de la información, que es fundamental,
pero no impuesta, los medios se deben de regular con los medios y en este caso
tiene que ser la sociedad, tienen que ser los ciudadanos.
Por eso esta información es importante, porque ya basta de
amarillismo, de espectacularidad y de querer poner siempre… eso era cuando las
autoridades no tenían -reitero- cuando no había autoridad moral, que eran
corruptos, entonces los sentaban en la silla de los acusados. No, ya no, ya no
es así.
Hacer la reflexión entre todos y analizar lo que está
sucediendo. Antes del golpe militar, antes de que se asesinara al presidente
Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez, se creó un ambiente. Nunca
la prensa, después de haber sido una prensa sometida, abyecta, rastrera,
durante el porfiriato, al triunfo del movimiento maderista se desatan en contra
de Madero, todos, todos, todos, en general, de ahí viene lo de la prensa fifí.
De ahí surgió una frase fuertísima que la voy a decir, la
voy a decir, porque todo esto ayuda, o sea, esto es parte de la transformación
que queremos para el país y hay que aprender de la maestra de la vida que es la
historia, eso decía Cicerón.
¿Saben qué llegó a decir Gustavo Madero? Dice: ‘Le muerden
la mano a quien les quitó el bozal’. Eso no se lo perdonaron, nunca. Por eso se
ensañaron en él, primero en Gustavo Madero y luego en su hermano. Yo no quiero
que nunca jamás vuelva a suceder eso. Esa es de las historias más vergonzosas
del periodismo y de la política en México.
Entonces, vamos viendo y cada quien asuma su
responsabilidad, pero nada de que nada más va a haber mensaje en un sentido.
No, afortunadamente -aun cuando entre nosotros podamos apasionarnos- ahora los
ciudadanos gozan de una gran sensatez y serenidad.”
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