Por
Miguel Angel Cristiani Glez.
Mucho
es lo que se ha escrito y dicho acerca de que el formato de las comparecencias
de los secretarios y titulares de despacho ante el Congreso del Estado para
ampliar y detallar los contenidos del informe de gobierno, que por ley el
gobernador del estado en turno, tiene que entregar por escrito y que luego se
analiza en detalle en las intervenciones de los responsables de las distintas
dependencias.
Todos
coinciden en señalar de que es un sistema ya caduco, que no es funcional y que para
lo único que sirve es que para que algunos funcionarios que ya están preparando
su salida para ir a buscar un cargo de elección popular como diputados
federales, lleven a sus empleados a que les echen porras por sus “grandes
logros”.
Las
llamadas comparecencias de secretarios, forman parte del protocolo político, ya
caduco desde hace más de 25 años, cuando el Partido Revolucionario Institucional
era el que mantenía el predominio y control mayoritario en el Congreso Estatal.
Se
trataba más de una pasarela de funcionarios, que aprovechando la ocasión y como
parte del llamado “día del gobernador” en este caso, que replicaba lo mismo que
a nivel federal se hace con el “día del presidente”.
Los
tiempos han cambiado y hoy en el congreso federal y estatal, se han sumado
nuevas corrientes y voces de expresión política, que supuestamente no deberían
de permitir que los comparecientes fueran a lucirse ante los reflectores de las
cámaras de televisión y fotográficas de los medios.
Pero
si bien es cierto, que todos coinciden en que las comparecencias ya no
funcionan, como un mecanismo de transparencia, porque los funcionarios únicamente
acuden para en la mayoría de los casos repetir con otras palabras lo que ya
está en el informe.
En
fechas recientes, incluso se ha convertido la comparecencia, en una verbena
popular, que lo mismo comprende la instalación de puestos de tacos y tamales
gratis en las afueras del Congreso o hasta el ridiculísimo populachero de
llevar a brujos de los Tuxtlas, para que le den una limpia al funcionario,
seguramente para evitar el mal de ojo de los legisladores.
Ante
esas espectaculares comparecencias, sirve de ejemplo la realizada el viernes
pasado por el coordinador de Comunicación Social del gobierno del estado,
Alberto Silva Ramos, quien de manera por demás austera, llegó solo al salón,
sin una larga fila de colaboradores, ocupó su lugar en el sitio indicado,
aclarando que no había girado ni una invitación a directivos o representantes
de medios de comunicación para que lo acompañaran, que los que estaban ahí era
por su propio motivo.
Pero
además, en lugar de hacer una presentación aburrida con cifras y datos que en
la mayoría de los casos no son comprobables, simplemente hizo una breve
presentación de lo que es la política de comunicación social del gobierno del
estado, para quedar a la disposición de los diputados y diputadas, dando
respuesta a las preguntas que le formularon.
El
hecho, fue reconocido por prácticamente todos los diputados, quienes
agradecieron el formato en que se estaba desarrollando la comparecencia, de una
manera austera y republicana, sin exhibicionismos ni vedetismos innecesarios.
Es
más, si algún día los diputados y diputadas, se deciden a resolver el asunto de
las comparecencias, el formato y estilo con que se condujo el coordinador de Comunicación
Social, deberá de servirles de guía para la redacción del procedimiento a
seguir.
Aunque
también hay quienes opinan que lo más saludable, es desaparecer las tediosas y
largas presentaciones, que al final de cuenta de poco sirven, para que se
establezca la posibilidad de que los diputados y diputadas, puedan llamar a
cuentas a los funcionarios, sobre los asuntos y temas que consideren de
interés, pero en un marco de trabajo efectivo y no se una pasarela de funcionarios
protagónicos.
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