Por Miguel Angel Cristiani Gonzalez
Antes de que los distintos partidos políticos den a conocer
los nombres de sus candidatos a las 212 presidencias municipales en el estado
de Veracruz, resulta conveniente hacer un comentario respecto a la metamorfosis
camaleónica –se cambian de color de acuerdo a sus intereses particulares- de
que son objeto quienes primero andan mendingando el llamado voto popular y
luego cuando llegan al pinche poder se transforman en otros totalmente distintos.
Como si se tratara de una misma moneda, pero con dos caras
desiguales.
Unos y unas –por aquello de la equidad de género- son los
que se presentan en las colonias populares, hasta la puerta de los hogares de
los votantes, con sus mejores caras, sonrientes, afables, amigables y hasta
apapachadores, de abrazo y beso.
Entonces, juran que lo único que quieren es lograr “El
cambio” que están dispuestos a sacrificar su descanso familiar y dar su mayor
esfuerzo para cambiar todo lo que haya que cambiar.
No hay problema alguno –por más difícil que parezca- al que
no le tengan una solución, aunque en la mayoría de las ocasiones, no explican cómo
lo van a resolver.
Pero resulta que una vez que se sientan en el diabólico
sillón del “pinche poder” como lo calificaría el ex gobernador Fidel Herrera
Beltrán, se transforman y sufren una mutación de 360 grados.
Para empezar ya no vuelven a pararse por esas colonias
populares por donde antes fueron prometiendo –casi casi como si tuvieran la
famosa barita mágica- que tenían la solución para todos los problemas.
Cuando les son planteados los mismos problemas de desempleo,
violencia, inseguridad, educación, salud que agobian a los ciudadanos, acaban
por confesar: que no tienen la barita mágica, que se necesita para atenderlos.
Así por ejemplo, en un pasado muy reciente, cuando le
plantearon al entonces candidato el problema de la inseguridad que se vive en
la mayoría de los municipios, de manera categórica –cual debe de ser- anunció
que ya había mandado a traer e un equipo de agentes policiacos israelitas que
se habrían de encargar de enfrentar a todos los delincuentes.
Es más, anunció que se habrían de utilizar los famosos
drones, para vigilar desde el aire a la ciudadanía.
Pero eso fue en la campaña electoral, ahora, ya en el poder,
cuando se le cuestionó el hecho de que han aumentado los robos a bancos y
empresas, simplemente respondió que la seguridad de sus negocios es
responsabilidad de ellos y que tienen que ver cómo le hacen.
De acuerdo con ese razonamiento, al rato todos los
ciudadanos, vamos a tener que contratar un servicio de vigilancia, para que nos
protejan, porque el cuidado de nosotros y nuestras familias, es nuestra
responsabilidad.
Y entonces, el estado, no se supone que es su
responsabilidad el dar vigilancia y seguridad a todos los ciudadanos.
Entonces para qué sirven los miles de millones de pesos, que
se supone se invierten cada año en equipos de patrullas armas y demás chuchulucos
para los cuerpos policiacos.
Como el estado es incapaz o no puede brindar la seguridad a
la ciudadanía, entonces van a repartir esos miles de millones de pesos del
presupuesto entre la población, para que cada quien se arme y asegure como
pueda.
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