Lejos de esclarecer, el anuncio de la Procuraduría General
de Justicia del Estado de Veracruz, de que luego de seis meses de ocurrido, fue
resuelto el asesinato de la periodista y corresponsal de la revista Proceso en
Xalapa Regina Martínez Pérez, presentando a uno de dos presuntos culpables.
De acuerdo con lo informado por el Procurador de Justicia de
Veracruz, Amadeo Flores Espinosa los victimarios responden a los nombres de
Jorge Antonio Hernández Silva, alias El Silva, detenido y confeso, y José
Adrián Hernández Domínguez, alias El Jarocho, para cuya localización se ha
solicitado la colaboración de todas las fiscalías del país.
El móvil del asesinato sería el robo.
Pero como no se permitieron preguntas a los reporteros que
fueron convocados a una conferencia de prensa, que en realidad fue un monólogo
de las autoridades porque no se permitieron preguntas, se tienen muchas
preguntas que hasta el momento, luego de más de seis meses, casi medio año, no
tienen una respuesta sobre el crimen de Regina Martínez.
Lo primero es ¿porqué tanto tiempo en la investigación?
Nosotros no somos policías investigadores, pero la lógica –elemental- mi querido Watson, es que se tendría que
interrogar a los vecinos y posibles testigos para obtener información sobre
quienes hubieran entrado y salido del domicilio de la víctima.
Pareciera que nuestros brillantes investigadores no ven ni
siquiera las series policiacas gringas, en donde cuando ocurre un asesinato, lo
primero que hacen es preguntar a los vecinos y testigos, para empezar a tener
información.
Pero lo que se temió desde un principio, de que se “presentara”
ante los medios a un culpable, para supuestamente resolver el caso, finalmente ocurrió
cuando luego de medio año, finalmente se mostró la foto de Jorge Antonio
Hernández Silva, alias El Silva, “detenido y confeso”, aunque el principal
agresor José Adrián Hernández Domínguez, alias El Jarocho se encuentra prófugo.
Los dos “mal vivientes” ya tenían antecedentes penales,
porque habrían estado presos en Pacho Viejo, en donde se conocieron.
Entonces surge la otra duda, si ya se tiene identificado a José
Adrián Hernández Domínguez, alias El Jarocho como el otro asesino, con
antecedentes, porqué no se mostró –cuando menos- su foto para que como se dijo,
se busque localizarlo para su detención.
Acaso se pretende hacer una telenovela, de entrega por
capítulos, en la que en otra “conferencia-monólogo” se muestren las fotos de
frente y perfil con que debió quedar fichado en el penal de Pacho Viejo.
La otra interrogante sin respuesta hasta el momento, si el
móvil del crimen fue el robo –como anunció la Procuraduría- que indagó hasta
quien le compró los artículos robados esa noche del 28 de abril del domicilio
de la periodista, entre ellas su computadora portátil, ¿porqué no se consignó
al que compró lo robado?.
¿En dónde quedaron la computadora y los otros objetos
faltantes?
Mientras no aparezca la computadora –con sus contenidos-
pues no se puede asegurar como se dijo que finalmente habría sido resuelto el
asesinato de la periodista veracruzana.
Porque para decirlo en términos de Días de Muertos, con la
presentación de un presunto responsable, sin pruebas físicas, como serían la
aparición de la computadora y lo robado, pues simplemente nos estarían haciendo
“de chivo los tamales”.
Por eso, a seis meses de ocurrido el asesinato de Regina,
tenemos que repetir lo declarado por los directivos de la revista Proceso,
luego de que se entrevistaron en Casa de Gobierno en Xalapa con el gobernador
Javier Duarte:
¡No les creemos!
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