Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Semanas después de la clausura de los Juegos
Centroamericanos y del Caribe celebrados en 2014 en Veracruz (los mejores de la
historia, según Javier Duarte), más de un centenar de trabajadores contratados
por el Comité Organizador realizaron manifestaciones en demanda de que les
pagaran por sus servicios. Y nadie les hizo caso.
Luego se vino a saber que el gobierno de Duarte había
quedado a deber desde el pebetero hasta las antorchas que se utilizaron para el
recorrido de la flama centroamericana. Sin contar desde luego, con un
millonario adeudo a hoteles y restaurantes que hospedaron y alimentaron a los
atletas y sus comitivas. Amén de 11 millones de pesos que no se pagaron a una
línea de autobuses foráneos.
“Aquello fue un atracadero; todo se hizo de fiado y al
trancazo. Los más de mil millones de pesos que serían para la organización de
los juegos, se gastaron en otras cosas y cientos de esos millones se atoraron en
el bolsillo de unos cuantos”, me dijo por ese entonces una persona que trabajó
cerca de los organizadores.
Ahora se sabe que de los 1,877 millones 300 mil pesos
que aportó la Federación para los juegos, 865 millones 500 mil pesos no
aparecen por ningún lado. También se supo que esos casi 2 mil millones fueron puestos
en un Fideicomiso Federal-Estatal creado en 2009 durante la administración de
Fidel Herrera, pero los manejó el gobierno de Javier Duarte.
Quien dio a conocer lo anterior (teniendo como testigo
al presidente López Obrador en la mañanera de este miércoles), fue José Antonio
Álvarez Lima, director del Canal Once, quien presentó el resultado de un
análisis de la figura de los Fideicomisos.
Álvarez Lima dijo que el Fideicomiso Federal-Estatal
para los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz resultó “un desastre
deportivo, financiero, mediático y una vergüenza para el país”. Sopas.
El también ex gobernador de Tlaxcala detalló que la
mayoría de las obras de infraestructura se entregaron inconclusas y algunas,
como la Villa Centroamericana, nunca se utilizaron.
Denunció que atletas, entrenadores e invitados fueron hospedados
en hoteles de paso porque no había dónde hospedarlos, aunque esto no es del
todo cierto. La mayoría de los jóvenes y sus acompañantes fueron hospedados en
buenos hoteles y los que no alcanzaron, en efecto se ubicaron en hoteles de
paso. Lo que habló muy mal del Comité Organizador y del gobierno de Duarte.
Reveló que se destinaron recursos para otros
menesteres como la construcción del Palco Presidencial en el Estadio Luis
“Pirata” Fuente, que costó 8 millones 500 mil pesos y 38 millones 900 mil pesos
en la remodelación del centro de negocios World Trade Center de Boca del Río.
Álvarez Lima aseguró que ese Fideicomiso “es una
prueba evidente de la corrupción que existió en el manejo de recursos federales
a través de esta figura”.
Pero sin duda lo más relevante es que por más que se
han buscado, nadie sabe dónde quedaron 865 millones 500 mil pesos. Se sabe que
ingresaron, se sabe que eran parte del dinero que soltó la Federación para los
juegos, pero se ignora a qué bolsillos fueron a parar. Y aunque el funcionario no
los mencionó, las sospechas recaen en Fidel y Javier.
Pero así como se cuecen las habas en este país uno se
pregunta, ¿a poco los van entambar?
Con dos infartos cerebrales que lo tienen
convaleciendo en su hogar, Fidel Herrera está a salvo de que lo interroguen
siquiera. Bastará una responsiva médica donde se indique lo delicado de su
salud, para que los investigadores de la FGR ni se le acerquen.
Javier Duarte no puede ser encarcelado porque ya está
en la cárcel y también a salvo de que le imputen más delitos. El documento de
extradición que firmó el gobierno mexicano con el gobierno de Guatemala lo
exime de enfrentar cargos ajenos a los que le imputaron y por los que purga una
condena de nueve años de prisión.
Quizá encarcelen a dos, tres o cuatro empleados
menores acusados del atraco para que las autoridades justifiquen lo que
devengan; eso si los encarcelan, claro. Y hasta ahí llegará el escándalo.
¿Y el dinero?
Como en atracos anteriores ese dinero ya se perdió, se
hizo humo o se evaporó y jamás regresará a las arcas del erario.
En ese sentido el gobierno de Andrés Manuel ha sido igual
que los demás: pura llamarada de petate, puro atole con el dedo, puro bla bla
bla, pero nada en concreto.
Esta denuncia pública que hizo José Antonio Álvarez
Lima para justificar el atentado que cometió su jefe López Obrador contra los Fideicomisos,
pronto será sepultada por otra acusación que hará más ruido en los medios. Y
así hasta el infinito porque lo que sobra es material.
Podrá cambiar el nombre del partido en el poder y el
nombre del presidente, pero los latrocinios impunes continuarán.
Puede que un día llueva para arriba, pero en cuestión
de corrupción, en este México nuestro todo sigue igual.
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