Seguramente que usted ya escuchó por radio –o
peor aún, lo vio en televisión- el anuncio promocional del Instituto Electoral
Veracruzano, en el que un padre irresponsable, no encuentra su credencial de
elector y entonces su hijita, nada simpática por cierto, lo agarra de tonto,
para finalmente decirle que no ha visto su credencial.
Hay varias cuestiones que habría que comentar
respecto a dicha campaña de publicidad.
Lo primero sería preguntar, ¿para eso quería
el Instituto Electoral Veracruzano que el Congreso del Estado le aumentara el
presupuesto, bajo el argumento de que este es un año electoral y tendrían que
hacer mayores gastos, entre ellos el de la publicidad?.
Sería interesante que los veracruzanos pudiéramos
saber cuánto nos va a costar esa campaña de publicidad, que desde su primer
promocional, ya vemos que carece de imaginación y creatividad, pero peor aún,
al estar repitiendo el mismo anuncio casi uno tras otros, desde la primera vez,
ya queda uno shockeado, por lo que al repetir los impactos, lo que crea es un
rechazo absoluto, que se supone que no es el propósito.
Independientemente, de que se supone que no
se deben de repetir cualquier tipo de anuncio o mensaje, sino después de pasado
determinado tiempo, aquí no se está respetando la norma y se repite una y otra
vez.
Se recurre al recurso ya muy utilizado, de
poner a niños a actuar en promocionales, lo cual debería de estar casi
prohibido, pues aparentemente no saben el daño que les causan los padres al
permitir su “participación” en esos mensajes, de niños genio o antipáticos, ya
que al final de cuentas terminarán siendo objeto de burlas por sus compañeros
de escuela.
Ya no queremos saber cuánto se habrá gastado
el Instituto Electoral Veracruzano, en la “producción” de esos promocionales,
mucho menos lo que habrán de cobrar por esa campaña de publicidad, que habría
que cuestionar cuan efectiva resultará.
Hay que recordar que el Instituto Electoral
Veracruzano tiene que pagar por todos esos promocionales que aparecen en los
medios de comunicación, prensa, radio, televisión e internet, una y otra vez,
como si se tratara de torturar, en lugar de convencer a los veracruzanos.
Aquí no se trata de aprovechar los llamados
tiempos oficiales, con los que el estado puede transmitir sus campañas
publicitarias, sino que son anuncios que se cobran con tarifas y precios de
costo político.
Ahora sí que vale aplicar la frase del
Chapulín Colorado ¿quién podrá salvarnos a los veracruzanos? de las campañas de
publicidad electoral que apenas comienzan, pero lamentablemente con muy mala
producción.
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