Orizaba es, sin duda, de los mejores municipios de
Veracruz, y quien lo niegue es porque no lo conoce o no lo quiere reconocer.
Hay inversión, obra pública, turismo que llega
en camiones todos los días, servicios eficientes, calles sin baches, limpieza
total, un eficiente servicio de limpia pública, así como cuerpo de policía
efectivo apoyado por un C5, único en el estado.
Es decir, hay dinero en las arcas municipales.
Y eso mismo ha despertado la codicia y la
ambición de más de cinco, que quieren regresar al pasado y llevar a sus
bolsillos una gran tajada de ese pastel que es el erario orizabeño.
Los más hambrientos, perdón, interesados en el
erario son los regidores del Partido del Trabajo, Francisco Valdivia Ruiz; de
Morena, José Francisco Aguilar, y la panista Ana Teresa Herrera, respaldados
ampliamente por la manipulada síndica Araceli Reyes Abarca, esposa del
empresario radiofónico venido a menos, Alonso Domínguez Ferráez (¿le suena este
apellido?), quien se ostenta como dueño del Partido Verde en Veracruz.
Resulta que de un día para otro, estos
personajes se convirtieron en paladines de la transparencia presupuestal; se
pusieron casco y botas para emprender una “supervisión de obras” en todo el
municipio, y pontifican en los medios orizabeños que todo está mal, mientras
preparan la guillotina para cortar cabezas.
Con sus “amplios conocimientos” en ingeniería,
arquitectura y administración, estos regidores orizabeños pretenden aplicar una
“manita de puerco” al alcalde Igor Rojí para que éste les apruebe un aumento de
sueldo de 50,000 a 100,000 pesos mensuales.
“Porque hay dinero y nos lo merecemos”, dice en
corto Valdivia a los suyos.
Para que usted, estimado lector, tenga el
contexto, un regidor de Orizaba gana 50,000 pesos al mes, pero a los actuales
regidores eso es insuficiente. No les alcanza. Por eso quieren aumento de
sueldo al 100%.
La historia de este chantaje no tiene pierde:
comenzó en noviembre del año pasado cuando el regidor de Morena José Francisco
Aguilar Ramírez, tuvo la ocurrencia de retirar la estatua del general Porfirio
Díaz que se encuentra en la Plaza Bicentenario.
“La estatua se queda si hay aumento de sueldo”,
fue palabras más, palabras menos, el amago.
El regidor de Morena, más conocido por su
severo problema con el alcohol que por sus logros en el cabildo orizabeño,
perdió la votación final; la estatua se quedó en su lugar y él sin aumento.
Hace unas semanas, los regidores volvieron a la
carga cuando le negaron al alcalde Rojí la venta de un terreno municipal para
financiar uno de los proyectos estrella de esa administración: el Planetario de
Orizaba (y que sería el único de Veracruz).
¿La razón? La misma: aumento de sueldo =
Planetario.
El alcalde se negó. Gastar 7,200,000 mil pesos
anuales por cinco regidores y una síndica es demasiado dinero para cualquier
ayuntamiento veracruzano, aún cuando tenga dinero.
Sin embargo, llegó la festividad del 160
Aniversario del Registro Civil en Veracruz, que el Gobierno del Estado organizó
en Orizaba (porque hay dinero) la semana pasada y, con ello, la obligada
recepción para el gobernador y su comitiva.
Uno de los “invitados” fue el diputado Nahúm
Álvarez Pellico, el oriundo de Ixtaczoquitlán que sueña con ser alcalde de
Orizaba y del que ya hemos dado cuenta en esta columna.
Pellico, fiel a su comportamiento de “nuevo
rico”, se sentó lo más cerca que pudo del gobernador –obvio, para que
lo viera porque no mantiene buena relación con el mandatario-, y quiso hacer
gala de sus dotes como amplio conocedor de los buenos alcoholes.
Jaló a su compañero de partido –y del mismo
dolor-, José Francisco Aguilar y cuando le ofrecieron una bebida para el
“pueblo bueno” (Etiqueta Roja) se horrorizó de que… ¡No era Etiqueta Azul!
“Yo no voy a tomar porquerías”, maulló el
diputado. Se levantó, sacó su cartera Scappino comprada en Liverpool,
tomó dinero (5000 pesos, cash) y ordenó a un mesero que le fuera a
comprar su costosa botella al Prissa. Pero la organización del convite
le mandó a decir que no. Que nadie saldría por nada, que tomara de lo que había
y que se servían copas para degustar y como cortesía, no para agarrar la
fiesta.
Encabritado, rabió y pataleó porque su garganta
le exigía Etiqueta Azul a la de ya. Amenazó nuevamente con juicio político a
Rojí si no le ponían un Etiqueta Azul y cuando los orizabeños vieron que el
nuevo rico estaba hablando en serio, apareció milagrosamente la botella de
marras que apaciguó la ira de tan fino representante popular.
Ahora grita a través de sus testaferros en los
medios xalapeños que “el Ayuntamiento de Orizaba se convirtió en una cantina”.
Pero lo que no dice es quién le tomó la foto que circuló en minutos en redes
sociales.
Él sabe quién lo exhibió en redes: el diputado
Álvarez Pellico se sentó ¡con sus amigos! Y uno de ellos le tomó esa foto,
evidentemente. ¿Verdad, regidor?
Cuando este emulo de duque inglés se vio
en redes sociales con su costosa botella, se levantó indignado, mentando madres
y acusando a Rojí de que “no había condiciones de seguridad” (así como lo lee),
por lo que se retiró del Ayuntamiento… Y se llevó su botella de Etiqueta Azul a
un espacio más íntimo.
La afrenta al diputado morenista sirvió de buen
pretexto para que ahora los regidores orizabeños José Francisco Aguilar,
Valdivia Ruiz y Teresa Herrera, más los que se sumen esta semana, para comenzar
a revisar obras y todo lo que sea revisable a fin de doblegar a Rojí y, por
fin, cobrar 100,000 pesos al mes, pues ya viene El Buen Fin y el aguinaldo, que
será de 45 días de salario para los regidores. Nada mal para estos
principiantes.
Como puede ver, estimado lector, la austeridad
de Morena es puro choro.
En Orizaba, la gente está acostumbrada a ver su
dinero invertido en la ciudad, no pagando sueldos de farsantes que juraron que
la corrupción se acabaría con ellos en el poder.
Si los regidores orizabeños quieren ser buenos
jueces, deberían por empezar por transparentar tooodos sus gastos, a pagar de
su buen sueldo a sus asistentes que están en la nómina municipal, por pagar los
préstamos que solicitaron y por servir a Orizaba, no a sus bolsillos.
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